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Full text of "Salvoconductos hacia las primaveras"

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HACIA LAS PRIMAVERAS 





Marian Raméntol 



































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A Pilar Blanco Unzué que antes de ser mar y aire k 
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Manuscrito de Pilar Blanco 


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La Náusea Ediciones 


Vídeo presentación de "Salvoconductos hacia las 
Primaveras" a cargo de Lola López-Cózar 


Salvoconductos hacia las primaveras 
Poemario de Marian Raméntol 


Vídeo a cargo de Lola López-Cózar 


Rapsodia: Lola López-Cózar 
Música: Adrián Berenguer 











La Náusea Ediciones 


APUNTES A SALVOCONDUCTOS 
HACIA LAS PRIMAVERAS 





Desearía empezar este prólogo al libro de poemas de Marian Raméntol declarando la 
profunda y definitiva emoción que sus versos transmiten a quienes se orillen a ellos y se 
entreguen -a decir de la autora- a “abrir la luz y deshojarla”. Les invito, si me 
acompañan, a una somera guía de viaje por el maravilloso universo lírico que nos brinda 
esta poeta exacta, quirúrgica a la par que sugerente y vaporosa. 


Habría que principiar por exponer que se encuentra usted ante un “corpus” que se 
articula en cinco partes cada una introducida por un texto tan enigmático como atrevido 
que cumple de veras con su misión de atraparnos y depositarnos en el organismo lírico 
complejo que conforma el grupo de poemas que la componen; así en la primera y 
segunda son catorce, en la tercera serán ocho, en la cuarta se conjuntan cinco y en la 
quinta, ocho. No me atrevería yo a confirmar que no se les pudiese anunciar como 
partes divisas o desgajadas de un todo, aunque mantengan un lazo, un hilo conductor 
en la tonalidad de las imágenes, en la intensidad sonora y la osamenta rítmica que nos 
solicita su lectura conjunta e, incluso, cómplice. Siguiendo en esta línea argumental 
tengo que explicitar que la costura argumentativa conceptual del primer grupo de 
poemas es la exposición de lo tiempo desde diferentes y variadas perspectivas, ya 
como defecto (llego tarde) ya como escenario (la Única tarde que se queda), ya como 
valor vital (fuimos niños ciegos en nuestra vida más honda) (soledades en edad de 
merecer) (mi serenidad más joven) ya como recurso final (quien anda en mí anda solo) 
(mi crucifixión) (cuando escribo “nunca” (muerdes mis finales) (y detrás de la muerte, 
mi nombre escrito); pero, además, como colofón y en referencia clara al texto 
introductorio todo es condensado y expuesto en los versos (no soy yo quien le ha 
quitado el papel de celofán a los días). De la segunda serie me atrevo a señalar como 
elemento de cohesión - si es que ello fuese imperioso para la degustación de la obra - 
una amplia conceptualidad geográfica que abarcaría desde el propio 
descubrimiento (espero a ser descubierta por la alegría) hasta (la esquina más oculta 
de una frase); desde (la intuición de una ciudad callada) hasta (paredes que no dejan 
de lloran; desde la inmensidad en la que (el cielo nos sabe formales y etiquetados) 
hasta la intimidad de (esa cama compañera) y la combinatoria de ambas (la enorme 
imagen de nuestro orbe / el arte blindado de los muros) y así, desembocásemos sin 
remedio en un espacio en el cual (solo las tormentas expiden salvoconductos hacia las 
primaveras) y pudiéramos estar (más cerca de poder nombrar un mundo de borrascas, 








-Salvoconductos hacia las primaveras 


confidencias y demás humanidades) o (recortar las faltas geográficas que convierten el 
otro lado del mar en enemigo); y culminar este emocionado y emocionante viaje poético 
por un territorio que nos descubre la poeta (en ese lado fronterizo de la muerte) donde 
frente al monólogo de nuestras venas contemplar (el estruendo del vacío al terminarse) 
en (la geografía del cansancio) y ese sea todo el infinito que nos queda. Siguiendo, 
entonces, con el hilo argumental que, tal vez, alcance a guiar al lector en la travesía del 
poemario permítaseme adentrarme y, por ende, adentrarlos en la advertencia ante la 
inveterada adicción a lo superficial que nos consume, pero también en la identificación 
de cada uno de los destellos que la autora nos facilita para que busquemos la salida. 
Así, algunos conceptos ocupan la columna vertebral de estos - a simple vista - ocho 
poemas que, al mezclarse, se hacen incontables como si de un salón de espejos se 
tratase. Esos conceptos, digo, bien pudieran ser: agua como aspecto, espacio y 
volumen; niños como agentes que ejecutan la inocencia; abdomen como lugar 
donde se localiza el dolor; beso como gesto de humanidad... La autora nos obliga 
a atravesar cada canto de esta serie por los orificios líricos que dispone en cada poema 
y de tal guisa nos traslada a través de (cada instante de clausura) que abre el corazón a 
(la alcoba de la traición y el destierro) y de allí a (El cielo borracho de despojos) donde 
(encontrar mi seudónimo) desde el que desembocar en (el enjuto mar que nos respira y 
nos absuelve) donde niños (siguen deshaciendo nudos, láminas y pasteles desde una 
muerte nueva y reservada) que son (los precipicios más abruptos de mi paisaje 
asesinado) donde (nos sabemos solos en la periferia de un beso) hasta que (todo lo 
que queda es un pulmón mojado). Si para entonces no hemos quedado atrapados en el 
vértigo de la obra ya afrontada y sus infinitas trayectorias. En la cuarta serie la 
intensidad argumental del presente poemario se sublima al encuentro del 
espacio externo que nos contiene con el espacio íntimo de nuestro contenido a 
saber, (el abdomen hinchado de la tarde y la sangre de nuestra memoria). Así, vamos 
enfrentando tal dualidad durante el trayecto de este sistema de poemas como: (la voz 
que habita mi trastienda / bajo este cielo de cartón herido) (Con la tormenta subrayada / 
desubico el silencio doblado de mi noche) (los sueños resbalan por las alcantarillas de 
todos los crepúsculos) (en alguna región inerte / donde guardo mi niñez sin sepultura) 
(en esta habitación demasiado pequeña / me descubro / un modo infalible de 
ordenarme) (la conciencia de una ciudad hecha pedazos) (Se duelen los muros en la 
sonrisa partida de los perros) (la lesión abdominal en calles desangradas) (sufre la axila 
del frío en la nuca / como tus ojos descalzos al verme perdida) (el suelo llora 
horizontalidades) (este es mi territorio / que afuera me desmenuza y me somete) y 
concluye a modo de sentencia elocuente (No tengo palabras / para este bendito 
accidente). Ahora, después de salvar el territorio lírico de los antecedentes, 
desembocamos, no sin asombro, en el desenlace del presente poemario que supone la 
quinta serie en la cual, tal vez, ojalá alcancemos los salvoconductos hacia las 


O 





primaveras no sin antes descubrirnos como (el lector grave sobre la lid de una estrofa) 
y pasar página para conocer que (huelo el estremecimiento de los vivos / y entonces, / 
el vapor de mis dudas dibuja estaciones / pero yo sigo esperando.../ con los labios 
hinchados / hasta el borde del mundo / allí donde, desde la muerte, oiga crepitar al 
verbo). Para, de seguido, mostrarnos que (Un cajón mal cerrado / En la habitación de 
las derrotas) siempre está lleno y (Hay heridas de pared que son blancas / como un 
miedo, como la desnudez de un disparo) y ante ello (No sirve la electricidad de la luna / 
ni la incertidumbre que mancha los ojos). Ya para entonces el poema nos adiestra en 
que (Es difícil vivir de repente / sobre la tristeza clavada y definitiva). Y en la vorágine 
lírica que conduce hacia el final se nos afirma que (Hay nombres que caen / Son 
nombres moribundos / son nombres horizontales / y sin amor en los ojos). Y aunque (el 
corazón escapa por las eternidades / como huracán ardiente al que le doliera la vida... 
/ Nada temo mientras pueda bajar por tu boca / y plañir una vez más / las muertes que 
nos rozan a diario). Así sea que la poeta nos prepara, pues sabiendo que (Mi nombre 
rebota en los muros) y además que (Mi nombre está solo, / apunta al tacto de la 
sombra) se hace evidente que (A mi nombre / lo amortaja un poema ensangrentado / de 
nocturnidad). Entonces, hete aquí que como resolución de este viaje poético a los 
confines más pavorosamente humanos y para alcanzar los salvoconductos, todos los 
salvoconductos hacia nosotros mismos: (Para pensar en tus alas / debería morir con el 
corazón en alto) y también (Debería morir enrojecida, / abierta a la luz de la espuma) y 
además (Morir gravemente entre las piedras) y más (Debería morirme / en la holgura de 
la soledad) y, aún si cabe, al fin (Debería morir tranquila, / en un final cualquiera) porque 
para llegar a todas las primaveras (Sería propio reventar sobre el infinito) y sobre todo 
(ser más música, más lágrima). 

Ahora, una vez colmada la travesía del poemario de Marian Raméntol tengo que 
confesar que esta poeta construye galaxias líricas donde los sistemas solares complejos 
son todos y cada uno de sus poemas; donde las metáforas, las trayectorias sonoras de 
sus versos, las órbitas de sus imágenes mantienen el equilibrio perfecto de su estructura 
netamente surrealista. 

Ya sólo espero que este atrevimiento de prologar la belleza del escribir no macule la 
obra de arte y no se me note demasiado la admiración que siento por su autora. 


Álvaro Perdigón Delgado 





pd 


La Náusea Ediciones 


La bufanda de celofán 
con la que abrazo el infierno 


reza poco, y cuando lo hace 
es con la fijación de los verdes 
que observan más allá del lirio 
escupiendo dulzura sobre sus crías 
y sobre el moho de sus bocas muertas. 





__ La Náusea Ediciones 





ANTES DE ABRIR LA LUZ Y DESHOJARLA 


Llego tarde. Voy a remendar la mirada 
antes de abrir la luz y deshojarla. 


Debo preguntar a la derrota 

dónde dejó las llaves de la nostalgia. 

Dar de comer al cerdo y recoger los trozos de piedad 

que guardo en el armario antes de abrir la luz y deshojarla. 


Y precisamente ahora recuerdo 

que a la blusa dolorida le faltaba un botón de bendiciones 

y que el pespunte deshilado por el que se le escapaba el pecho 
sigue tirando de los puntos cardinales y llego tarde. 

No encuentro la libreta donde anoté la dirección de las nubes 
ni los nombres de la lluvia y aún tengo que ordenar la sombra 
antes abrir la luz y deshojarla. 


Dónde estarán esas llaves. 

Por dónde habrán escapado los sueños si los tenía 
maniatados entre dos pausas y los malentendidos 

que dejé en la bombonera están ahora bien mustios, 

faltos de palabras enemigas. Qué le daré de comer 

al gallo. Tendré que buscar otro modo 

de sobornar al guarda de seguridad de la primavera 

para que abra la luz y la deshoje, para que resuma 

los peldaños y me deje meter la nariz 

en el archivo de las caricias, buscar la temperatura del beso, 
incendiar el vientre del crepúsculo y mandarlo a hacer la calle. 


Probablemente deberé herirme para no llegar tarde 
antes de abrir la luz y deshojarla. 


an página 10 


NO TENGO FUERZAS PARA SENTIRME AVENIDA, 
PLAZA O SANTUARIO 


Hay días en los que no tengo fuerzas 
para seguir siendo necesaria. 


Pa 


Mi sangre subraya el diálogo de los golpes 
- y resalta, provisional y frágil 

como el perfume de las olas, 

las salpicaduras de mis inviernos. 


Los días maternales 

acaban en el parto de nubes interinas, 

avalanchas de desnudez irreconocible, 

diluvios que borran el estremecimiento de la arena 
y hermanan la lágrima con la culpabilidad del mar. 


-Y mi vientre aún no puede abrirse, 
los sueños despiertan para quedarse 
y seguir mamando futuros asimétricos, 
beldades caducadas, dulzuras hechas a mano 
o urgencias que recluyan golosamente al corazón. 


Y es que hay días en los que no tengo 
fuerzas para seguir siendo avenida, plaza 
o santuario. 





LA ÚNICA BOMBILLA EN LOS SÓTANOS DE LA W 
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Y 


Cuando la noche es la única bombilla EN 
en los sótanos de la mente, na Me 
cuando el frío se hace largo y la deserción de unos ojos. $ se 
encharca las aceras como andamios en clave de sol PR 
desafiando al pentagrama, 


justo entonces, 


puedo oler la fiebre entre dos pechos 

mientras juega el accidente sobre el labio, 

y desaparezco antes de poner en el equipaje 
la sonrisa inédita de delantales viudos, 

y su firme negativa a cocinar soles polícromos. 


Es en ese momento cuando el fusil 
descubre al hijo, universitario de lunas 
cabalgando sobre el codo de la inocencia, 
gloriosamente muerto 


sobre un charco. 





EL ROSTRO DEL ANONIMATO 


r 


e 


Ea 


Con su cabellera de neón, la noche 
sella el paréntesis entre las piernas, 
la disculpa de las nubes en mis labios, 
kilómetros de bocas que susurran 
esbozos de última hora 
- como quien se lanza 
a la ruleta rusa y vomita besos 
azules en el fondo del mar. 


Cuando ella habla, 

y la lluvia se hace abrevadero, 

la luz conduce a toda leche 

un par de iniciales 

por la arquitectura del poema, 

crece el desafío en los zapatos, 

los pajarillos se posan en esa soledad 
por donde se cuelan coros boreales, 
y se calla más el silencio de colores. 


Los signos de clausura 

que alfiletean la existencia se vuelven galaxia, 
crece el verde feliz 

en los fogones encendidos de pétalos, 

y crece la masa de ese bizcocho 

capaz de reiniciar el verbo, su capital, su provincia, 
su hábitat y el encuentro húmedo con el mar. 


a pesar de sabernos tan dentro, 

en cada minuto obsoleto de la madrugada 
qn morimos abrazados al rostro del anonimato 

sy de toque duro y vestimenta casual. 


4 





LA CUENCA DE MIS PECHOS ES EL LÍMITE DE 


o A. 
Se me va la dignidad bajo las ruedas, se enfría la piel. 

La aritmética de la luz resume los sótanos 

y cuenta uno por uno los verbos que, sin hacer ruido, a $ s 
se escapan desaguados entre sílabas. pa 


En esta habitación, con la maternidad en brazos, 
la prisa es el apodo de un litoral donde lactar la voz 
desde la primera alcantarilla abierta. 


Desvisto branquias con los ojos, 

y los peces son corcheas sostenidas 

en la palma de la mano, callo niebla, 
imagino superávit de alquitrán, su lenguaje, 
y entro en un mundo postrado en coma, 


con la ley de la tragedia en el abdomen 
y tu cintura repleta de disparos. 


La cuenca de mis pechos es el límite de la fuga 
donde revientan las paredes, 
una receta de oscuridad interminable en el bolsillo, 
una hoguera de agua no muy limpia 
tan real como aquello que olvidamos, 
y el volumen del infinito resbalando por el rostro 
de la única tarde que se queda. 





TODA MI INFANCIA DE LLUVIA RUEDA 
ha 
Hoy no he barrido la tristeza 
y la sangre comulga con el polvo vencido. 
No he limpiado la impresión de mis pupilas 
ni el deje rural de mi cuerpo con su esparto, 
ni la promesa de la madrugada 


que sé ininteligible y beoda. 


El frío se acerca mohoso 

y a pesar del apetito primigenio de su boca 
por dibujar en el bajo vientre mi miseria, 
he conseguido que duerma en otra cama 
con labios de ceniza 

y la censura perenne de su pelvis. 


2 Toda mi infancia de lluvia rueda. 
Se mueren los colores que lavan a los muertos 
sin esperar palabras cíclopes que mezan el balancín 
donde a mis días les crece la joroba. 


Solo la lágrima redonda encierra 
el último abrazo maternal 
y mi humanidad translúcida. 





' Y : y | 
FUIMOS NIÑOS CIEGOS EN NUESTRA VIDA MÁS 


Y 


La noche nunca ha sido una señorita bien, 
su sonido tropieza, limpio de ternuras, 
con el susurro de los claveles 

y con el olor a oscuridad de la tragedia, 
dándole la mano a un cielo sordo 

que se cuela y nos unta las escamas. 


La peor narración nos persigue 
con fiebre alta en la memoria. 


La boca bien cosida 

escupe el pulso en una gamuza 
manchada de ríos y demonios, 

y recorre el laberinto de relámpagos 


con el vahído en los ojos. 


Fuimos niños ciegos en nuestra vida más honda, 
ahora, en la superficie, 
la carne nos deletrea poco a poco y nos omite. 





_Salvoconductos hacia las primaveras 





LAS ESPINAS VENENOSAS DE MIS POEMAS HEMBRA 


La palabra, a veces, se enreda 

en el glamour de mediodías trajeados, 

se presenta en grandes auditorios 

para soledades en edad de merecer 

y cruza a crol el diámetro de una copa tras otra. 


Así he andado muchas tierras, 

llevo olor a sacrificio en las manos, 

mi columna es doctor en pulsaciones marinas 
mientras mi frente 

sigue sentada a los pies de las efigies 

y aprende cómo morder sin amarillearse. 


Pero la palabra siempre me supera, 
inventora de cadáveres, de recias bahías 
donde el lenguaje es lanzado hacia adentro, 
donde la mortalidad 
es el proveedor armamentístico 
más importante de la estrofa, sí, 
ella siempre consigue cortarme el rostro, 
pisarme con adulterios que se repiten 
entre la heroicidad del agua 
y la sal femenina del camino. 


Me ridiculiza 

y se ríe de mi vocación de madre seca y de mi intento 
por mantener la lumbre a base de ríos, 

barros polvorientos y las espinas venenosas 

de mis poemas hembra. 


e página26 





_ LaNáusea Ediciones 


LA TECHUMBRE DE MIS SUEÑOS 


Tengo deshilado 

el horizonte que me regalaste. 

Las fronteras de ese futuro de colores 

se han subido a la noria de los días, 

giran para abrumarme de felicidad, 
sobrealimentarme de ojos primaverales, 
hacer crecer un par de centímetros mi locura, 
y abrillantar con el índice 

la cabellera vanidosa de mi noche. 


Sí, he procurado recortar 

los flecos de la blasfemia 

para que el sol pudiera hacer turismo 

por todas mis esquinas, olvidar las frustraciones 

que cuelgan de la boca de las nubes, 

invitar a la luna desenfocada al baile de fin de curso, 
y preparar galletitas de buenas intenciones 

para todos los espectros que se cuelan 

por la techumbre de mis sueños. 

He ordenado las sombras y he planchado cuidadosamente 
los abrazos, así que todo está listo 

para que se desmorone la ciudad sobre mi vientre, 

y el río bambolee la colcha y su vaivén sea crujiente, 
lunático, vicioso. 


No taparé la grieta del techo. Sería absurdo 
cortar el itinerario por donde paseo mis nombres. 
Basta con girar la página y proclamar 

un nuevo bautizo. 


-página27 


AS 


UNOS OJOS AUTÓMATAS MERODEAN MI TUMBA 


Ñ 


Ea 


Muertos con el rostro ajusticiado, 
sus muñones en el alféizar asumen el hedor de la luz, 
las sábanas sin cuerpo, confusas, 
con los intestinos del brazo, 
su habitación herida, 
- leprosa de palabras que regresan 
al lugar donde amarraron tantas preguntas 
entre la tormenta y la lumbre. 


No llevan el nombre puesto, 

son como arañas que con gallardía engullen el delito, 
el que enterraron con sus cicatrices, 

y ahora se inventan la soledad que no conocen 

para hacerse reales como los muebles 


con los que decoro mis suburbios. 


Sus ojos autómatas merodean mi tumba 
hablan de mí, no están tranquilos 
porque saben que quien anda en mí 
anda solo. 


Observan la desesperación de la ciudad, 
los poemas sumergidos en el miedo, 
su cintura retronando al otro lado, 
las mañanas a medias, el límite de mi boca, 
tres gotas de sangre, 
ba mi explicación y mi remite. 








La Náusea Ediciones 


ESPERO QUE TENGAS KILÓMTEROS DE VALENTÍA 
EN EL MAPA DE TUS ALUCINACIONES 


Te regalo mi serenidad más joven 

para que acuestes tu desmayo 

y descanses el fusil cargado de madres, 

cargado de boquitas reventadas y lluviosas 
como hijos, como cuerpos que huelen muchísimo. 


En mi crucifixión 

deberías descubrir el pelotón de corazones 
capaces de sostener el mundo, 

y que se desenredan el cabello, 

mojados de tristeza. 


Te regalo lo poco que soy ahora, 

el aire travestido de sombras chinas, 

la pasión fermentada de una pared, 

el exilio del aodomen edificado sobre los parques 
donde tumbas recién nacidas cobijan los verdes 
que le pintan la boca al futuro. 


No me importa dónde rompieron aguas tus manos, 
ni en qué idioma miras al sol, 

sólo espero que tengas kilómetros de valentía 

en el mapa de tus alucinaciones, 

valor suficiente para medir el pan 

cuando te quedes inmóvil, detenido, 

apuntándote a la frente con tu último reflejo. 


E página 29 E 





-Salvoconductos hacia las primaveras 


HAY COSAS QUE PARA SER NO NECESITAN PERMISO 


La ceniza de todo cuanto he escrito 

dilata su mandíbula sobre mi debilidad. 

El violín, experto matarife, 

me moja para siempre 

cuando corta con su arco el pubis de las nubes. 
Y besa mi faringe 

toda expresión que aún no tiene nombre. 


Hay cosas que para ser no necesitan permiso, 
cuando escribo “nunca” -sería el caso- 

y subrayo este anatómico discurso en carne viva, 
sobre el papel que sujeta, sostiene y exige 

mi exilio permanente en el espejo. 


Quisiera huir de esta suerte de caricia 
tan suave como el peligro, 

inventarme el pronóstico del incendio, 
mis anonimatos sumergibles, 

esta muerte tan larga como la lluvia 

o la memoria de los pájaros, 

perdida al final de mí. 


Pero no puedo escapar de esta tragedia 
que me daña. Debo acostumbrarme 

a envejecer con mis silencios, 

abrazar a la última pregunta 

que muere siempre en lugares insólitos, 
besar salvajemente 

la herida que golpea mis paredes, 

y en el anden de los náufragos 

inmolarme con la dirección de los ojos 
anotada en la orfandad de una sola huella. 


página 30 





La Náusea Ediciones 


CON TUS MEJILLAS DE CEMENTERIO VIENES 
A HACERME ACEQUIA 


Escrutas cada gota de mercurio 

que duerme en mí 

e intentas tragarte la afónica herradura 
con la que marco a mis rehenes, lo sé. 
Entras por mi sexo para roerme, 

para hacer crujir la luz. 

Me quieres sin lengua, 

con la sangre hervida, sí, 

quieres fumarme 

hasta que mi casa quede ociosa. 


Yo te conozco, te agarras a mi piel 

y muerdes mis finales. 

Con tus ojos de cementerio 

vienes a hacerme acequia, tierra sola en mi cama. 
Apareces para gritarme que es la hora de la cal, 
de los tirabuzones en la memoria. 

No vas a soltar mis provincias ni mis mitades, 

ni siquiera serás mi salvoconducto 

para llegar de una pieza al olvido. 


Te sé inabrazable, te he visto muchas veces 
guardando flores sobre el agua de un charco, 

y ahora me esperas en el umbral de un palíndromo, 
y me nublas de invierno, 

de locura comprimida en el ventanal. 

Abres más la boca y sé que ningún padre 

podrá explicarte. 


Ñ e 
mn 


Traman algo los rojos y púrpuras 

con sus cremosos secretos 

esparcidos sobre el pan. 

Dibujan laberintos que crecen en la fuga 
como los difuntos que caen en mi habitación, 
sus bocas de leche tan irreparables, 

y sus amarillos 

desparramados en litografías numeradas. 


He empezado a maltratar a las anécdotas inútiles, 
cómplices de la locura, 

que siguen asomadas al balcón 

con un cuarto de culpa en el escote 

y todo el cieno fuera, conteniéndolas. 


En esta noche de ojos imposibles 
un violín homicida me ama sobre el verde 
y los espíritus emergen de la lluvia. 


En mi piel desierta sólo hay delirios, 
un cielo suicida y, detrás de la muerte, 
mi nombre escrito. 





” 


r - 
NO SOY YO QUIÉN LE HA QUITADO EL PAPEL. 
LOS DÍAS o 
Me cierro lentamente y los años se apresuran 
a subir por la escalera. 
Yo les espero en un rincón de mi columna 
para comernos un cucurucho de promesas 
envasadas al vacío. 


Subo la cuesta de un verso falto de miras 
mientras se calla el acné de la tierra. 

Y cuando llego a la última habitación de la estrofa, 
descubro el error de un par de trenzas 

que persiguen mi tilde con ahínco, 

sin saber que no soy yo quién le ha quitado 

el papel de celofán a los días, que no soy yo 

la que se lava el pelo con nubosidades 


y que no seré yo quién deshaga los puntos de sutura 
ni quién las rescate del ocre fotograma. 








En los callejones perseguidos por la lluvia 
el dolor se esconde, tras cada sombra, 

en la miopía de las farolas, 

en la gravedad de los orificios 

que silban palabras agudas 

sobre el acento menstruado de las madres, 
bajo ejércitos de moscas que se creen 


mariposas de última generación. 


Y apenas te das cuenta, 
te matan por un verso. 





ESPERO A SER DESCUBIERTA POR LA ALEGRÍA 


e 
my 


Me reescribo en cada hoja, 

amamanto de nieve mis palabras, 
pronostico luces famélicas 

y dictamino incredulidad en los peces 
que navegan por todas mis incógnitas. 


Con los años libres y los diluvios desecados, 
espero a ser descubierta por la alegría. 


Pero los poemas discrepan, 
bendicen mis mortandades y dejan caer 
los nombres encima de mi cuerpo. 
En los suburbios de la piel, 
la nostalgia me vampiriza, 
- se enamora de mi culpa, me anochece. 


Clavada la niebla en mis ojos, 

recorre a mi lado los túneles del frío, 

me vende alturas desde las que practicar 
caída libre hacia el infierno. 


Por eso soy cómplice del lodo, 

sus meñiques me abren, 

y el aire cargado de páramos 
germina, al fin, en mi lengua dolorosa. 





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pas 


EN LA ESQUINA MÁS OCULTA DE UNA FRASE 
4 y 0 


El miedo sube transparente 

y se nos queda en el aire, 

decora las lesiones de los muros, 

las profundidades vencidas, 

los peligros que amamos, 

y desaparece después, 

en la boca amoratada de un corazón insomne. 


Ese miedo sin forma deja quieto el día, 

lo evacúa de gotas magistrales y mares nocturnos. 
Como en un estallido 

los sueños más altos se licúan en los polos, 

y todas las promesas deliran en voz baja, 
rumorean el cansancio de los atardeceres, 
detienen el cabello de arena 

que yace sin peinar, 

enumeran las costas donde duerme la luz 

y luego palpan la geometría poderosa del dolor, 
abren de par en par la soledad y nos dejan, 
abandonados, en la esquina más oculta de una frase. 


Así la palabra nos atemoriza, dejándonos sin cáscara 
y sin nombre. 





o, 
q 


CON UN RÉQUIEM DE SELVA ENTRE LOS OJOS 
ys 


<> 


La música siempre es inocente 
minutos antes del canto. ; 


El poema redacta su informe 

y tropieza siempre con espumas retorcidas, 
con el sadismo del otoño y los cocodrilos que, 
algunas veces, lo salvan. 


Su mirada es siempre de una dulzura inquieta, 
asexuada, el punto muerto del que escribe, 
donde el andamiaje de Origami 

lleva una recién estrenada vida en cada nombre. 


En el pagaré de este rompecabezas 
las vocales sólo afirman 

la intuición de una ciudad callada, 

con un réquiem de selva entre los ojos 

y un disparo en la sien prematura 

que apenas empezaba a silabearse. 


Y todo ello, con mucha suerte. 





LOS SUEÑOS QUE NOS HACEN DE CARNE AL ABR 


Yi 


Las paredes no dejan de llorar. 


Con los nombres vívidos 

asomados a la pesadumbre 

limpian la humanidad de las ventanas, 

la calidez del amor regordete de la abuela 
y el carmín fallecido en el aire. 

Limpian el riesgo del desnudo, 

la belleza del barro, el dolor que se levanta 
desde el océano cuando duerme. 

Limpian la mirada del azufre, 

vampirizan la alerta de los días y 

dejan tendidos en los bordes 

la urbanidad de la luna 

y los despojos de los sueños 

que nos hacen de carne al abrazarnos. 


Mi pared llora desde siempre 

el sepulcro de todos los colores 

que se atreven a cerrarme la puerta 
cuando me pruebo una y otra vez 
los vestidos sin cuerpo de mi madre. 








_Salvoconductos hacia las primaveras 


EL CIELO NOS SABE FORMALES Y ETIQUETADOS 


La avenida se ha quitado la camiseta, 

el sol baja por la faringe de los edificios 
mostrando la realidad alargada de la prisa. 
Las sombras corren sin autorización 

por los mofletes asfálticos de los muros, 
y en la boca del metro 

parecemos hormigas de azúcar 
arrastrando los pecados en el lomo, 
testarudas y organizadas 

como queriendo exorcizar a las gaviotas 
de su condición actual de carroñeras. 


Somos dóciles, comprensibles y numerables, 
nos sorprendemos siempre de igual manera 
ante una pared clonada, ante un pueblo mudo 
O ante el sudor de los almohadones 

cuando los asalariados rostros 

se perpetúan sin respuestas. 


El cielo nos sabe formales y etiquetados, sí. 


Pero también sospechosos de provocar una estampida 
hacia los grises sin hogar, hacia las biografías 
crepusculares, hacia los pechos 

que acunan la belleza de un lenguaje convicto, 
y por eso nos vigila 

apostado en el alféizar del futuro, 
escudriñando cada disculpa, 

cada sollozo de euforia o de espera, 

de noche anecdótica o de vacío importante, 
porque todo cuanto hacemos 

señala la orografía 

de nuestra peligrosa fragilidad. 


-página40 | 


' : di ] y 7 
PARA QUE NO ENTRE LA NOCHE A DEFORMARI 
TRISTEZA lem. A 


Por la cuerda floja de mis ojos 

el corazón hace equilibrios con la sangre. 
Se divierte saltando tormentas, 

le tira del pelo a las nubes 

y limpia el dolor con un pañuelo agotado. 


Mi abdomen se alinea con el mar 

y el olvido juguetea con mis articulaciones 
sobre el vapor de la piel, sobre la extraña visión 
de una miga de pan para los peces, 

sobre el alfabeto de agua que me cubre. 


La humedad pierde entonces consistencia, 
todo se pronuncia en mis pulmones apretados, 


en la caída de mi rostro, en esa cama compañera 
que devora mi sintaxis en la luz y en el silencio. 


Y yo le pongo un candado a mi nuca 
para que no entre la noche 


a deformarme de tristeza. 





DARLE UNA LECCIÓN A DIOS SOBRE LA CIENCIA 


e 
<>» 


Pi 


Vivo de posibilidades como tantos otros. 


Si pudiera ser sólo julio 

las bombas vaciarían el intestino del mar, 
-—sembrarían de anémonas las orillas de los libros 

y tentarían a la exhalación de la muerte 

en cada pie de página 

con la aclaratoria munición entre líneas 

para este mundo demasiado corto. 


Con toda la inquina junta 
al inicio de un capítulo hecho de barricadas, 
se narraría la mayoría de edad de un nacimiento, 
más lejos del parto de ese horizonte, 
2... que sentado en la grupa de un camello 
empieza a girar rápidamente 
y vomita sobre los ojos 
la enorme imagen de nuestro orbe. 


pe A Y así sería capaz 
He de darle una lección a Dios sobre la ciencia, 
IE sobre el arte blindado de los muros, 
sobre las bocas secas de los pueblos anochecidos, 
y sobre el humanísimo hedor de la leche 
cuando nos mancha por dentro. 





dl 
SALVOCONDUCTOS HACIA LAS PRIMAVERAS 


a x $ 


Me da miedo poner límite a la humedad del mar, 

detener la política de sus olas, su idioma clandestino, 5 

difamar al cielo con el aullido de las aves y sd 
e EA 

mientras querubines en indumentaria de deporte 

juntan las manos en actitud de rezo 


y acaba la liturgia encogiéndose de hombros. 


Me da miedo porque solo las tormentas 
expiden salvoconductos hacia las primaveras. 
Trayectos de una sola dirección 

con el futuro comprometido 

y mil derrotas desmayadas sobre el pecho. 


Y eso es todo lo que nos queda al regresar a casa. 
Un abrazo al otro lado de la tarde 
donde el horizonte respira lento 
con la aventura colgada de un árbol, 
racimo, 
fruta, 
hombre, 
y una ventana desnuda sobre el charco. 





UN MUNDO DE BORRASCAS 


e 
ús 


Pd 


Este mundo sin cuerpo no tiene sombra. 

Es como el velatorio de un mar vacío 

parado sobre la enfermedad de sus costas, 

que anduviese de fiesta con otra persona 
metida dentro de mi piel. Y a cada inspiración 

construyéramos futuras necrópolis. 


Si oscurecemos las esquinas del aire, 

y cavamos hondas lunas de aceite, 

silos pájaros exprimen cada gota de nube 

y se derraman amanecidos de colores cóncavos, 
haremos inclemente el desafío 

entre el borrador del océano 

y la acuarela de los peces. 


Que la sangre, entonces, 

me devuelva una mirada ruidosa como un parto. 

Que me nazca un planeta minúsculo 

donde los espejos pierdan la cordura y me reescriban 
la cabeza, costillas y columna vertebra. 

Y a cada respiración estaré 

un paso más cerca 

de poder nombrar un mundo de borrascas, 
confidencias y demás humanidades. 





NO TE SALVARÁS NI SIENDO VERSO 


“vo 


Abúltame, lléname de acentos pardos, 
recorta con la hoz las faltas geográficas 
que convierten el otro lado del mar 

en enemigo. 


Puntúa con la lengua el sexo de la bala, 
salta la barandilla hacia el carmín definitorio, 
muerde el pezón de la ira 

y déjame parirte entero. 


Provocar una pelea entre las sombras 

que se suicidan bajo las ruedas del autobús 
y salir indemne, 

ese es el proverbio de tu ausencia. 


Pero mi venganza te mira 
desde su butaca con vistas a la oscuridad. 


No te salvarás ni siendo verso. 





-. Salvoconductos hacia las primaveras 





EN ESE LADO FRONTERIZO DE LA MUERTE 


Hace tiempo que solo entablo diálogos con la ceguera 
y mi nombre utiliza todas las letras que lo forman. 


Me quito la ropa supurante de cicutas 

y constato que en la zona ártica de mi espalda 
ya no queda lugar urbanizable. 

¿Qué haré con el invierno?. 


Entre esa piel tan pegada a las alturas 

y la vida, no hay correccionales y la palabra 
espera ante el patíbulo 

al último chaparrón de notas para un réquiem. 


Busco allí donde los minutos 
arrojan sus pechos a la calle 

y la voz aprovecha el salvavidas 
para crear un imperio en el espacio. 


No habrá modisto 

que descifre las medidas de mi piernas 

y no tendré más que permanecer desnuda, 
porque no es verdad que las heridas 
acaben siendo invisibles. 

El dolor desde que nace 

es resistente a la cirugía plástica 

y yo tengo la manía de abrir siempre los ojos 
en ese lado fronterizo de la muerte 

donde la biografía del abecedario 

es una poética inacabada 

que no admite correcciones. 


- página46 


! p 
FRENTE AL MONÓLOGO DE MIS VENAS 
re Y Yo 6 q 
Llevas una nube en la comisura de los ojos 
por eso me derramo, a cien pasos de ti, 
con la mejilla hablando en voz baja 
y la ceguera de mi vientre tomando un baño 
en la profundidad del silencio. 


Me basta con esperar la luz en el andén, 

con el equipaje enloquecido acompañarte 

por el aroma antiguo de tus bosques, 

apilar crepúsculos de madera, 

desnudarme en tus colinas y saber 

que las promesas suben por la maldición un blues 
para bajar de nuevo hasta tus manos. 


No se me ocurre mejor maternidad, 

parir despeñaderos dignos de tu estatura, 

callar sobre la tierra, pasear por el borde 

de mi cama hasta endurecer de frío, 

esperarte en todas las caídas hasta que me hagas real 
y vomites sobre mí la bendición de tu vuelo, 

tu anochecer de sótano, la respiración pequeña 

que escondes bajo la manta, y esa sonrisa que se para 
de repente frente al monólogo de mis venas. 





EL ESTRUENDO DEL VACÍO AL TERMINARSE 


ES 
e 


Tengo el beneficio de la deuda, 
el retrato de las horas en la pared del mundo, 
y no hay absolución cuando se deben las palabras. 


- Entrecomillamos la sangre 

- pero las pulsaciones por minuto en cada párrafo 
autografían el estruendo del vacío al terminarse, 
ese eco que nos elimina con su dedicatoria 
y nos deja siempre sin final. 


Resbalar por las tildes es peligroso, 

un profundo espasmo en la amortización 

de nuestra existencia. Así nosotros, los poetas, 
arrastramos la melodía para escribir los límites 


-de esa frase única que roza apenas los labios 
y dispara a quemarropa entre dos pechos. 


En mi caso, 

el corazón es un paseo a cara o cruz 
sin sedantes para la agonía 

ni para el escalofrío del agua. 


Así me llamo, una estación terminal 
donde desovan los interrogantes 
abrazados a la bajamar de mi cuello, 





> 
¿yr 


LA GEOGRAFÍA DEL CANSANCIO 


Y 


Tengo un país infinito entre las manos, 
donde los nombres insalubres 

viven sin su sombra, las niñas húmedas 
llaman a sus madres 

desde los abscesos del agua, 

y plantan adoquines en las nubes, 
vigilan los destinos 

del equipaje abierto al desahucio, 

a las zonas fosforescentes del día 

que inundan las bocas de hortensias 
y otras inutilidades. 


Tengo un mundo entre las uñas, 

la geografía del cansancio 

como gran lágrima sobre la ciudad, 

cierto olor a relámpago y la exactitud del vértigo 
sosteniendo la erección 

de una palabra leída entre dos muertes. 


Ese es todo el infinito que me queda. 








Cada ave tiene su viento, cada jarrón, 

su ramillete de estupores, 

cada mesa, su migaja de pánico. 

Pero no debemos achicar la masacre. 

No le ofrezcamos carmín al sacrificio, no hagamos 
de la piel una colección de anuncios, 
sospechemos del bronceado de la felicidad, 

de las tácticas que nos enseñan 


a ser solo un simulacro del rojo, 
un pretexto de carne para los insectos 
y justificar así la adicción de las primaveras. 





» 


LA LLAVE STILSON IDEAL PARA ABRIRME EL CORAZÓN 


5 


Es 
y» 


Mi lengua se pudre cuando flirtea con el mundo, 
maloliente, tumefacto entre ecos y cicutas, 
tan oprimido, que hasta las nubes precisan 
bajar un par de tallas 

para seguir paseando su trasero gaseoso. 
Y parece que nadie mira, nadie se acuerda ya 
del desparpajo del carburante 
bailando en la garganta del horizonte 
ni de otras muchas 
manifestaciones artísticas del absurdo. 


Niños sobre las criptas de la memoria 
que intentan apellidar al desahucio, 


recrear vientres y sexos apátridas, 
mientras llevan ramilletes asustadizos en la frente. 


Prefiero declararme suicida 

retar a mis uñas en este holocausto infinito 

y lanzarme en caída libre sobre el dolor, 

cruzar a mariposa la buena fe de los perturbados, 
apretar el acelerador de la tristeza, con las bisagras 
engrasadas y hacer de cada instante de clausura 

la llave Stilson ideal para abrirme el corazón. 





| ya deta 
FIJO CARTELES EN LOS POSTES DEL POEMA 
- De 


Y 


y 


Marco la piel del agua con post-it de colores 
pero se humedece mi gravedad 
y se enferma aún más el desencanto. 


Fijo carteles en los postes del poema 
para bajarle los humos a la frase, 
pero un batallón de hormigas 
sabotean el minuto exacto del verbo 
que escupe sobre la estrofa. 


Yo quiero inmortalizar la axila del aire 

y un parterre de flores desmemoriadas 
pero se ahoga el azul 

y el mar se queda sin olas y sin esclavos. 


Será que en el fortín de mis dedos 

donde letras con resaca 

denuncian el trazo que las une, 

está la alcoba de la traición y el destierro, 
donde los puntos se embadurnan de ceniza 
para dar más miedo que la muerte 

y las comas, como señales de ceda el paso, 
desaparecen de los rostros, de los muros 

y del misterio de las alas. 





EL BESO IMPERMEABLE QUE RECUERDA LA ALAMBRADA 


E. 
A "e 
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Y us 


He estado en trastiendas donde habitan 
palabras llenas de anonimatos, 
abatidas demasiado pronto, 

desnudas ante el viento dormido, 


Y aún así 

espero que abracen 

el carril equivocado de los muros 

y disimulen la muerte que pasa de puntillas 
como cereza frágil, como el beso impermeable 
que recuerda la alambrada. 


El cielo borracho de despojos 
se tiende junto a mí, 
huele a mariposa 
cuando apoya su humedad contra mi frente. 


Entonces me licúo 

y espero encontrar mi seudónimo 
tirado en cualquier calle y no sea tarde 
ni frío ni noche. 





3 4 
Y ME MIRAN MIS MUERTOS, GENEROSOS 


Y 


UN 0 


Vengo de un día en retroceso, 
de su saliva triste. 


Vocalizo la mansedumbre de un paisaje infinito 
y le ayudo a parir nubes triunfantes, 

costuras de dolor indivisible 

y algún que otro réquiem para la sorpresa. 


Sé que llevo una fronda en los ojos, 

su crepúsculo parece una estampida crujiente 
sobrevolando incendios que me cierran 

sobre el abdomen herido de la luna. 


Pero mi sangre no se rinde, 

se reagrupa en las arterias, 

amanece articulada 

para enhebrar mejor mis costillas, 

para hacerme innumerable, 

palmeral negruzco que gotea, 

aguja que acecha el antebrazo de la tarde, 
púlsar precoz a la deriva del mundo, 

pez desvestido sosteniendo el agua. 


Y me miran mis muertos, generosos, 
con la carne en salazón, me besan y huyen conmigo 
hacia el enjuto mar que nos respira y nos absuelve. 





DESDE UNA MUERTE NUEVA Y RESERVADA 


PE. 4 
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e > . 


i a o y 
Niños rígidos, deshaciendo nudos, 
láminas y pasteles, ' 
me miran desde una muerte usada 
sin muebles, sin pétalos, 
y con el eco del mundo besándoles el iris. 


Pesan sobre los hombros sus narices pequeñas, 
mocosas e insolentes, 

espiando la sombra del poema, 

sus manitas sucias de palabras 

atrincheran los versos, los apilan 

bajo macetas de geranios estrictos, 

y siguen deshaciendo nudos, 

láminas y pasteles 


0 desde una muerte nueva y reservada. 


+ de 





EN LOS PRECIPICIOS MÁS ABRUPTOS DE Mi PA 
ASESINADO ” 


pl 


El cielo brota muerto 
encima de la tierra. 
José Luís Hidalgo 


o, 


Me he extraviado dentro de este azul tan solo, 
dentro de su desnudez acrílica 

y de verdades diminutas 

que se clavan en la garganta, ahuecan los huesos, 
y me atan a la pared del quejido. 


No sé encontrar mi boca en el vientre abierto de la luz 
ni paginar las humedades. 


Entre toda esta ceniza 

no veo mi humanidad ni mis certezas 

ni el prólogo de aquellos nombres 

que se acuestan conmigo y me tildan de suicida 
porque doy mi cuerpo al aire. 


Este azul sin ojos revienta en las lunas, 
me atemoriza su suave benevolencia, 
su fulgor alto que apuñala mi madrugada. 


Es un color altivo, poblado de finales. 

Con la escarcha de mil corazones 
despeinándole la mandíbula, 

avanza despacio por el poniente de mis dedos, 
fornica con mis escaparates 

sobre un suspiro negro que huele a llanto 

y después se estrella, : 

chorreante de dolor y espumas, 

en los precipicios más abruptos 

de mi paisaje asesinado. 





CUANDO NOS SABEMOS SOLOS EN LA PERIFERIA DE UN BESO 
A. 
a E e lo 
La vida tiene un olor especial 
cuando promete suicidios, 
se fuma los poemas 
que alguien olvida en el lavabo, 
con la fuga del carmín 
en el dramatismo de un espejo 
y la boca manchada de malas intenciones. 


El bajo vientre sabe a sangre, 

como la perspectiva de mi nuca, el rencor de un campanario, 
el desorden de un mapa coleccionista de horizontes, 

la ruina de los verdes en en el funeral de un libro, 

o como los ojos autistas de Dios. 


Todo sabe a sangre 
y a peores intenciones 
cuando nos sabemos solos 
en la periferia de un beso. 





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ESA CICATRIZ INTERESANTE EN LA GALERÍA D 
E 


Y 


La bufanda intenta arropar la angustia de mi invierno, 
la miopía del mundo que me reconoce, : 
esa cicatriz interesante en la galería de mi vientre. 


Llueven ungúentos líricos 

mientras mis muñones mercenarios conjuran 

para inmolar el poema, para la fría soledad de lo sublime 
que, confusa, sospecha de mi amor umbilical 

por los muertos que me miran 

y zancadillea el trazo, su incontinencia 

y cada uno de los fonemas 

que definen mi esqueleto. 


La vida desmiente la voz de mi madre, 

el insomnio de mi abdomen, 

la mirada en la última esquina del libro 
donde se rompe la muerte 

y todo lo que queda es un pulmón mojado. 








El abdomen hinchado de la tarde 

conoce bien la locura bendita de las fuentes, 
los golpes que hipnotizan la vergúenza 

y que nos hace más color herido, 

más corazón ronco, 

y es la sangre de nuestra memoria 

la que grita, la que acaba hospitalizada 


por un exceso de orgullo, la que se venga 
cuando vomita oraciones y cosechas, 
y fabrica cámaras de gas para suspiros brunos, flojos, inmóviles. 





-. Salvoconductos hacia las primaveras 





LOS SUEÑOS RESBALAN POR LAS ALCANTARILLAS DE TODOS 
LOS CREPUSCULOS 


Tengo la lengua crispada, 
mis ojos crujen y me llenan de aire abatido, 
de islas dolorosas y horizontes carnales. 


Con la voz que habita mi trastienda, 

reparo los agujeros que aún palpitan 

en las esquinas de mi habitación, en las llagas 
de este mundo, entre sus dientes de níquel 
bajo este cielo de cartón herido. 


Con la tormenta subrayada 

voy señalando los pozos donde mirarme, 

enumero los crímenes que me nacen bajo las uñas, 
desubico el silencio doblado de mi noche 

que me alisa entre desgarros, 

me cruza, me hierve, apoda mis fugas, 

y dota de heroicidad a mis naufragios. 


Pero a pesar de mis esfuerzos 

abro siempre los escalofríos, los sueños 
resbalan por las alcantarillas 

de todos los crepúsculos, 

devoran los interrogantes de la luz 

y no hay escapatoria por debajo de las puertas, 
en los rincones de la sombra equivocada 

o en cualquiera de los poros asustados 

que nos retan a oler la sangre 

seria, tendida, exánime. 


página 62. 


¿Y e 


DONDE GUARDO MI NIÑEZ SIN SEPULTURA 


y" “Y 


Madrugo en alguna región inerte, 
en la astilla de agua 

clavada en el cerebro del paisaje, 
en su luz colérica. 


Amanezco para auscultar colores 
infectados de lentitud y piedad. 


Es lo único que queda en el estuche 

donde guardo mi niñez sin sepultura, 

las horas estropeadas en el polvo de un reloj 
y montoncitos de nube que decoran mi boca. 


Y de pronto estoy en esta habitación 

demasiado pequeña para esconder mis cañones, 
el ángulo de mis labios 

o los finales que firman las fotografías. 


Y me siento un coloso cuando le duele el aire, 
me descubro hija, nieta, abuela, 

patria incandescente, 

un modo infalible de ordenarme. 


POS 


15 


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LA SONRISA PARTIDA DE LOS PERROS 


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La luz de una bombilla 
es como un péndulo en la conciencia 
de una ciudad hecha de pedazos. 


Señala con su semen 

montones de ladrillos en fuga 

y tanta tragedia cerámica 

que se derrama en los portales. 

Los días par, sus bocas de adobe 

chulean el cinto de una pared para golpear el aire, 
los impar, lo hacen con los vértices 

del azul que en su infinita culpa, 

vuelve a dormir sobre la sospecha del ocaso. 


uu. Se duelen los muros 
en la sonrisa partida de los perros, 
inquilinos de honor en esta sombra muerta, 
en este tiovivo de abismos y pétalos, 
lesión abdominal en calles desangradas, 
expiración estelar en la periferia de la piel 
y peces feroces a la deriva del paisaje. 


como lo hacen tus ojos descalzos 
- al verme perdida. 





Ea : 
EN LOS SÓTANOS DE MI CASA HUELE A NIEBLA 


Y 0 
La luz, a veces, escupe nocturnidad 
y no hay mar donde volvernos lentos, 
tirar el ancla y aprender de la gotícula 
el balbuceo de flores invisibles. 


En los sótanos de mi casa huele a niebla, 

el pigmento transpira danzas fotográficas 
sobre cajones rotos por el peso de los epitafios, 
por la culpa adherida al algodón 

con el que ponemos a dieta 

el lomo de los libros. 


El suelo llora horizontalidades, 
me agujerea los pies con sus abrazos líquidos 
y me inyecta la tristeza a bocajarro. 


Comprendo entonces que este es mi territorio, 
el paracaídas de mi verbo, el lugar 

al que he de volver hinchada, 

con la última inocencia en los labios cejijuntos, 
sintiéndome acorde natural de la ira, 

que afuera me desmenuza y me somete. 








No seamos tan solo 

un aguacero adulto de frases asombrosas 
y recordemos que hay respiraciones 
mucho más graves 

que no podrán reclamar su adolescencia. 





SIETE OSCURIDADES PEGADA A TI 


A 
A "dl 


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MANS 


Una mano sostiene el examen del agua 
durante siete suicidios sin estornudar. 


Con una margarita muerta en el ojal, 
los altares vomitan sus policromías, - 
y abofetean la infancia, 
los rezos impúberes y la comunión del frío. 


Viajo por carreteras secundarias, 

donde el dolor es más real 

y la vida se entretiene en pegar balazos 
al pecho que naufrague en voz más baja. 


Miro a mi alrededor siete veces, 


uu siete oscuridades pegada a ti, 
mi último suspiro, mi irreverencia 
ante las flores, mi desembocadura. 


No tengo palabras 
para este bendito accidente. 





SUSPENDIDO SOBRE LA LID DE UNA ESTROFA 


“Y 


Como una flauta sonreída 

crece la voz de un minuto solitario, 

sin otra pretensión que confesarse 

archipiélago en el atlas incorpóreo de un poema. 


Las tildes escuchan en los patios 

el son de las liras bajo la piel, 

sus consejos ceñidos a los ojos 

navegando por mareas adolescentes 

que penetran en el agua, la rompen, la cicatrizan, 
surcan el ocre del dolor 

y vuelven ociosas 

a la hemorragia de la composición. 


Aparece entonces el lector grave 
sobre la lid de una estrofa, 
y cierra bajo un cristal despótico 
el frío precoz en la nuez, el plan 
de un perfume, el ligero tembleque de un rayo 
que enhebra el paisaje intruso del papel herido, 
y pasa página el lector, 

el niño, la cigarra 

y la lluvia escondida en el maxilar del aire. 





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LAS VENTANAS NUNCA ME OFRECEN SUS FRÍOS 


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1? 


Las persianas me salpican 
de todo el sexo, selva y catástrofe, 
que llevan enrollados en la nuca. 


Yo observo su memoria, 
huelo el estremecimiento de los vivos, 
fuerzo la entrepierna del minuto 
con todo el moho a punto de aliarse 
para sodomizar la vida en cada pespunte, 
encadenar la furia, el proyecto de un beso, 
el desperdicio de la humedad 
y entonces, 
el vapor de mis dudas dibuja estaciones, 
lenguas hostiles señalando la oscuridad 


que me ofrece su cabeza y, lentamente, 
se visten de apodos las cosas. 


Las ventanas nunca me abren sus fríos, 

pero yo sigo esperando su carne obscena, 

con los labios hinchados 

hasta el borde del mundo. 

Como en una oración a la sed 

me dispongo a que el afluente me borre, 

a que la palabra me mate , cualquier día, 

cualquier tarde en la que el dolor adquiera forma, 
lí donde, desde la muerte, oiga crepitar al verbo. 





HAY HERIDAS DE PARED QUE SON BLANCAS 


MIEDO o 


Un cajón mal cerrado 

huele a mantequilla, a otoños y costumbre 

y a algún susurro que escapa de un libro gris 
al que le crujen los huesos de lluvia repentina. 


En la habitación de las derrotas 

olisqueo los cubos de basura, 

adivino el temblor de la ciudad 

y veo la divina quietud de sus muertos, 

los niños montados en obuses 

que nos apuntan con el índice 

y la palabra transparente 

que desconvoca la inmolación de las hojas, 
la vida que resbala, los párrafos cobardes, 
el Monzón en el vientre 

o un fluido cegado de infancia 

que me sube por las piernas. 


Hay heridas de pared que son blancas 

como el miedo, como la desnudez de un disparo 
y me dejan aterida y bien sujeta 

al infortunio de las nubes. 


No me sirve la electricidad de la luna 
ni la incertidumbre que mancha los ojos. 


4 





SOBRE LA TRISTEZA CLAVADA Y DEFINITIVA 


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Ñ NY EN y 
La voz del día me busca al borde de mi sombra, 
el dolor besa los minutos que me sueñan 


temblorosos de mi carne improvisada. 


- Aterrizo en el alféizar de otra habitación 
para no oír el final de un abrazo, 
para disolver el terrón de noche en el aire y seguir, 
adolescente de tildes diminutas, 
antóloga de horas donde la viudedad del sol 
me pierde en orillas imposibles y rapsodias moribundas. 


Es difícil vivir de repente 
sobre las ruinas del alba, sobre misterios desordenados, 


sobre la tristeza clavada y definitiva. 





HAY NOMBRES SIN AMOR EN LOS OJOS 


Y 


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Aquella chaqueta vacía sigue comprando ta 
h y y l y 
José Luís Hidalgo 


Hay nombres que caen. 

Caen para morirse 

como mariposas sobre lirios de acero. 

Su saliva estrangula las paredes, 

se adhiere a las vértebras de liquen 

que sostienen la noche y derriban 

las respuestas subcutáneas, 

arrastra todos los desnudos hacia dentro, 
más, más adentro, 

hacia las murallas de la sangre. 


Son nombres 
que me nievan el pecho como un virus 
con la boca apretada sobre un corazón decreciente. 


Construyen lunas ridículas, 

estrellas sonámbulas 

que bajan en ascensor hasta la acera, 
besan el vientre desangrado de la ciudad, 
atornillan la madrugada y huyen 

hacia un firmamento sin luz. 


Son nombres moribundos, padres en suspenso, 
hijos con manitas parlantes, son madres azules, 
niñas destrenzadas, 
son nombres horizontales - 
y sin amor en los ojos. 





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LAS MUERTES QUE NOS ROZAN A DIARIO 


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En la borrasca de mi carne la noche muerde. 


La piedad hundida sin respiro 

me abre a latigazos, 

el corazón escapa por las eternidades 

como huracán ardiente al que le doliera la vida 
y supura en cada mueca de agua 

apagando el mundo con su sangre. 


Me miras desde el fuego. 

Con el pubis deshojas la nube de la cornisa 
y te dejas llover muy despacio 

para musicar mi nicho. 


-No es que tema 


soñarte en las palabras que escasean, 
tampoco mi triste nacimiento 

en las orillas de tus párpados 

ni tan solo ser ceniza en los azules. 

Nada temo mientras pueda bajar por tu boca 
y plañir una vez más 

las muertes que nos rozan a diario. 





A an 


A 
MB 
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5 


MI NOMBRE APUNTA AL TACTO DE LA SO 


Mi nombre rebota en los muros, 

reconoce comas y acentos a: 
que perfilan caras, vientres, ojos, Yy% 
manos disueltas en la sangre de un mar EN 
que me abraza y devora. 


, 


Mi nombre está solo, 
apunta al tacto de la sombra, se balancea 
sobre el tembleque de una frase hipodérmica 
que trepa crepúsculos hasta asirme el pecho 
y esputa aire vivo sobre un paisaje de agua, 
un paisaje clonado en cada muerte, en cada nube, 
en cada túnel sin palabras, 
en cada entierro de muñecas sucias 
y cementerios de cartón. 


A mi nombre 
lo amortaja un poema ensangrentado 
de nocturnidad. 





REVENTAR SOBRE EL INFINITO Y SER 
MAS MUSICA, MAS LAGRIMA 

Para pensarme en tus alas ' 

debería morir con el corazón alto 

y los secretos cosidos a la carne. 


Debería morir enrojecida, 
abierta a la luz de la espuma, 
derramada en esa faringe que, 
por saciar mi océano de celuloide, 
se quema en el crepúsculo recogido en mi boca. 


Morir gravemente entre las piedras, 
con el borrador de mi pecho 
doliendo entre la salvia, la tarde 

y el escalofrío de mis labios. 


Debería morirme 

en la holgura de la soledad, 
con los siglos más tristes 

y los besos rechonchos. 


Sería propio reventar sobre el infinito 
y ser más música, más lágrima, 
plomo líquido, pena cristalina 
quebrando el aire, 
debiera ser tortura caliente sobre el mar 
Je se cae hacia dentro 
nos seca el llanto. 
A 


bería morir tranquila, 
en un final cualquiera 
se sin luces habitables, 
tan solo con la sangre de mi sangre 
- detonándome los ojos. 


Ane ¡ 
E 


A 
. 














La Náusea Ediciones 


Marian Raméntol, (Barcelona, 1966). 
Poeta, traductora y directora de la revista 
cultural La Náusea. Miembro del grupo 
musical O.D.! con el que ha editado vídeo- 
libros y diversos álbumes además de bandas 
sonoras de cortometrajes. Ha trabajado con 
músicos experimentales en múltiples 
recitales y performances. Ha traducido a 
poetas contemporáneos italianos al catalán y 
al castellano. Ha publicado dieciseis 
poemarios y ha sido incluida en dieciséis 
antologías. Ha sido premiada en diversos 
concursos nacionales e internacionales, y su 
obra ha sido ampliamente difundida en 
revistas especializadas donde ha publicado 
poesía, ensayo y artículos de opinión. Ha 
sido traducida al inglés, alemán, italiano, rumano, armenio, portugués, búlgaro y estonio, 
y ha prologado varios libros de poesía. Su actividad en el ámbito artístico y poético le ha 
llevado a formar parte de festivales (tanto poéticos como de cinematografía), 
exposiciones, recitales y diferentes actos patrocinados por ayuntamientos, editoriales y 
otras entidades culturales. 





Blog personal 
Blog antiguo 


o 


MONTES SALVOCONDUCTOS HACIA LAS PRIMAVERAS 


La bufanda de celofán 


ANTES DE ABRIR LA LUZ Y DESHOJARLA 
NO TENGO FUERZAS PARA SENTIRME AVENIDA, PLAZA O SANTUARIO 
- LA ÚNICA BOMBILLA EN LOS SÓTANOS DE LA MENTE 


> 





_ LaNáusea Ediciones 





En los callejones perseguidos por la lluvia 


ESPERO A SER DESCUBIERTA POR LA ALEGRÍA 

EN LA ESQUINA MÁS OCULTA DE UNA FRASE 

CON UN RÉQUIEM DE SELVA ENTRE LOS OJOS 

LOS SUEÑOS QUE NOS HACEN DE CARNE AL ABRAZARNOS 
EL CIELO NOS SABE FORMALES Y ETIQUETADOS 

PARA QUE NO ENTRE LA NOCHE A DEFORMARME DE TRISTEZA 
DARLE UNA LECCIÓN A DIOS SOBRE LA CIENCIA 
SALVOCONDUCTOS HACIA LAS PRIMAVERAS 

UN MUNDO DE BORRASCAS 

NO TE SALVARÁS NI SIENDO VERSO 

EN ESE LADO FRONTERIZO DE LA MUERTE 

FRENTE AL MONÓLOGO DE MIS VENAS 

EL ESTRUENDO DEL VACÍO AL TERMINARSE 

LA GEOGRAFÍA DEL CANSANCIO 








Cada ave tiene su viento 


LA LLAVE STILSON IDEAL PARA ABRIRME EL CORAZÓN 

FIJO CARTELES EN LOS POSTES DEL POEMA 

EL BESO IMPERMEABLE QUE RECUERDA LA ALAMBRADA 

Y ME MIRAN MIS MUERTOS, GENEROSOS 

DESDE UNA MUERTE NUEVA Y RESERVADA 

EN LOS PRECIPICIOS MÁS ABRUPTOS DE MI PAISAJE ASESINADO 
CUANDO NOS SABEMOS SOLOS EN LA PERIFERIA DE UN BESO 
ESA CICATRIZ INTERESANTE EN LA GALERÍA DE MI VIENTRE 














El aodomen hinchado de la tarde 


P 


LOS SUEÑOS RESBALAN POR LAS ALCANTARILLAS DE TODOS LOS CREPÚSCULOS 
DONDE GUARDO MI NIÑEZ SIN SEPULTURA 
- LA SONRISA PARTIDA DE LOS PERROS 


No seamos tan solo/un aguacero adulto de frases asombrosas 


- SIETE OSCURIDADES PEGADA A Tl 
SUSPENDIDO SOBRE LA LID DE UNA ESTROFA 
LAS VENTANAS NUNCA ME OFRECEN SUS FRÍOS 
HAY HERIDAS DE PARED QUE SON BLANCAS COMO EL MIEDO 


- 'SOBRELA TRISTEZA CLAVADA Y DEFINITIVA 
E 
NOMBRES SIN AMOR EN LOS OJOS 


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'NOMBRE APUNTA AL TACTO DE LA SOMBRA 








CATÁLOGO GENERAL LA NÁUSEA EDICIONES 


Antologías poéticas 


DOCE POETAS ITALIANAS 
NINE 


AS 
IN 


Selección y traducción de Carlos Vitale 
Presentación de Giuseppe Napolitano 





Doce poetas italianas para el siglo XXI 
Selec. y traduc. de Carlos Vitale 
Género: Poesía 


DOCE GRANDES POETAS ITALIANAS 
DEL SIGLO XX 


Selección y traducción de Carlos Vitale 
Presentación de Stefania Onidi 





Doce grandes poetas italianas del siglo XX 


Selec. y traduc. de Carlos Vitale 
Género: Poesía 


Libros de autor: 


MÉTODOS PARA AHOGAR 
NINA 


ey 
ZA 


Cesc Fotuny i Fabré 





Métodos para ahogar con la nariz 
Cesc Fortuny ¡ Fabre 
Género: Poesía 





Hoyas: His 


vY y yv ” 


A flama 


y A y 
' cue OS É 
(ANTOLOGÍA DE POESÍA BREVÍSIMA) 


Selección PA de Carlos Vitale 
Presentación de Manuel Martínez Forega 





Hoy es siempre todavía 
Selec. y traduc. de Carlos Vitale 
Género: Poesía 


Del 44 al 77: mujeres poetas en lengua castellana 





o CS Pérez y Marian Ramént | 
En el vaivén salvaje y aprendido 
Selec. Beatriz Pérez y M. Raméntol 
Género: Poesía 


Quirófano en el bosque 


Cesc Fortuny i Fabré 


Quirófano en el bosque 
Cesc Fortuny ¡ Fabre 
Género: Narrativa 


HOY ES SIEMPRE TODAVÍA 


Volumen || 


(ANTOLOGÍA DE POESÍA BREVÍSIMA) 


Selección y traducción de Carlos Vitale 
Presentación do Manuol Martínez Forega 


Hoy es siempre todavía. Vol. 11 
Selec. y traduc. de Carlos Vitale 
Género: Poesía 


DOCE POETAS CATALANAS 
NIN 


ESPERE cl 


Selección y traducción de Carlos Vitale 
Presentación de Anna Rossell 





Doce poetas catalanas para el siglo XXI 
Selec. y traduc. de Carlos Vitale 
Género: Poesía 


La Mazmorra del Iris 





La Mazmorra del iris 
Nanna 
Género: Poesía 


Libros de autor: 






¡ble 


¿Baprens 


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rimaria, decisiva e 


P 





Primaria, decisiva e inaprensible 
Marian Raméntol 
Género: Poesía 


EN EL SOLILOQUIO DE MI CUERPO 


MARIAN RAMÉNTOL 





En el soliloquio de mi cuerpo 
Marian Raméntol 
Género: Poesía 








EL INSOMNIO 
DE LOS VERBOS CANSADOS 





Marian Raméntol 


El insomnio de los verbos cansados 


Marian Raméntol 
Género: Poesía 





Malos Versos (libro de artista) 


Marian Raméntol 
Género: Poesía y plástica 














La Náusea 
ediciones 


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S A á xy :